Duarka nos habla en este degundo escrito, entre otras questiones, de la  preparación para la muerte y de cómo podemos acompañar a las personas en el trance de la muerte.

 

En una de las escrituras más importantes de mi tradición, el Bhagavat Purana,  se habla de un rey que había sido maldecido y que iba a morir en siete días. Él, con buen criterio, dejó el gobierno en manos competentes y se retiró a un lugar sagrado en busca de consejo.  Allí preguntó a diferentes sabios lo mismo: ¿Cuál es el deber de un hombre que está a punto de morir?

Después continuaremos con la historia, pero detengámonos en la actitud que hay detrás de esta pregunta. Existe un enfoque material que es básicamente negar: negar el paso del tiempo, identificarse con la identidad corporal y tratar de mantenerla de la forma que sea. Nuestra sociedad apunta precisamente a la negación a través de la distracción. Ocupamos nuestra mente y sentidos, inmersos en un mundo virtual dentro de otro mundo virtual. Vivimos en una ilusión, ya que estamos en una atmosfera (la materia) que no es la propia (la espiritual). La tecnología acentúa esta virtualidad, y perdemos contacto no solamente con la naturaleza sino con todas las personas que nos rodean. Una de las formas de distracción más comunes son las regresiones: hacer cosas que no pudimos hacer antaño, sin importar que la edad ya no sea la apropiada.

Jung afirmaba que después de los 40 años todos los problemas del ser humano se reducían fundamentalmente a un problema espiritual. Es como llegar a una colina y ver el declive del otro lado, entonces podemos avanzar o retroceder, y muchas veces lo que hacemos es tratar de retroceder, volver atrás, para tratar de hacer todo lo que nunca hicimos, o lo que dejamos a medias por el paso del tiempo y otras circunstancias. El hecho de que las personas mayores se comporten como jóvenes es algo que nuestra sociedad acepta e incentiva. Deportes extremos, gimnasios, cirugía estética, medicación… todo para alargar la ilusión.

Ellos creen que satisfacer los sentidos es la necesidad fundamental de la civilización humana. Así pues, hasta el final de la vida, su ansiedad es inconmensurable (Bhagavad Gita 16.11).

Si no se progresa en la búsqueda de la madurez espiritual lo que se produce es una regresión, y es precisamente a ello a lo que hace referencia la reencarnación. Cuando nosotros no avanzamos, tenemos que repetir, repetimos la prueba final y volvemos de nuevo al comienzo.

Ese es el enfoque material, en cambio el enfoque espiritual es preparación, es entender, es comprensión… Por ejemplo, aquí Krishna habla de “aquellos que tienen la mente establecida en la igualdad y en la ecuanimidad”, dando mucha importancia al equilibrio mental. Es una constante en muchas tradiciones (Yoga Patanjali, Hatha Yoga…) esta importancia del equilibrio, no solamente físico sino mental. La mente es como un torbellino, girando continuamente, imparable. Krishna también habla de ello a Arjuna, y este le expresa sus dificultades:  controlar la mente es prácticamente imposible, es más difícil que controlar el viento, porque la mente es inestable, inquieta, turbulenta… Krishna le anima sin embargo a perseverar: mediante la práctica constante, uno puede controlar la mente y lograr el equilibrio. El equilibrio mental, la visión de las cosas de manera ecuánime, sin pasión, sin deseo, sin la dualidad continua entre lo que me gusta y no me gusta. Krishna enfatiza mucho esa visión igualitaria que transciende una circunstancia en particular, que transciende un momento, que va más allá de gustos y apreciaciones.  Por eso le dice a Arjuna: “haz lo que tienes que hacer, más allá de los resultados, por la acción en sí, porque es tu deber, no importa si triunfas o fracasas, si disfrutas o sufres, si ganas o pierdes, todo eso es temporal, todo es momentáneo, lo importante es avanzar, la acción en sí misma es una cuestión de progreso, de deber…”. El mundo es dual, eso es parte de la naturaleza material: frío-calor, luz-oscuridad… todo parece marcado por pares de duales opuestos. Lo que está más allá, lo que transciende este mundo es, en cambio, unitario y no dual. De ahí la importancia de esta visión de la ecuanimidad.

 

Preparación para la muerte

Aquí entraría el tema de la preparación para la muerte. ¿Por qué prepararnos? Según el hinduismo es muy importante el estado de consciencia que tiene la persona en el momento de la muerte, es decir, dónde está fija nuestra conciencia cuando abandonamos el cuerpo. Ello es determinante para el futuro de la persona.

Cualquier estado de existencia que uno recuerde cuando abandone el cuerpo, ese estado alcanzará sin falta (Bhagavad Gita 8.6).

Según la creencia de la reencarnación, del Samsara, será nuestro estado mental en el momento de la muerte el que determine qué cuerpo obtenemos en la siguiente vida, sea material o sea espiritual, sea más elevado o más bajo, porqué a través de toda la vida vamos desarrollando una conciencia, una manera de ver las cosas, y en el momento crucial naturalmente nos aferraremos a eso. Ahí veremos dónde estamos más apegados, dónde tenemos fijada nuestra conciencia, y esa fijación, junto con el karma, será lo que determine el siguiente cuerpo.

Para intentar poner un ejemplo, cuando vamos a comprar un coche, el karma seria la cantidad de dinero que tenemos, y el guna, o deseo, el tipo de auto que se quiere. Digamos que estoy muy apegado a la música, durante toda mi vida he sido músico y estoy muy apegado a la música. Digamos también que he sido una persona muy buena, muy piadosa que he ayudado a los demás. Entonces he acumulado muy buen karma, y en el momento de la muerte fijo mi consciencia en la 9ª sinfonía de Beethoven, entonces, en mi siguiente nacimiento, quizás nazca como un músico excelso, quizás en esta misma dimensión o en dimensiones superiores. Para el hinduismo no hay solo una realidad, en el mundo material hay muchos niveles. Hay niveles celestiales, que no son espirituales y que están en el mundo material, en los cuales la muerte no desaparece, pero que permiten una vida mucho más extensa y un disfrute mayor. Y también hay lugares inferiores donde el sufrimiento es mucho mayor. Resumiendo, es la combinación del deseo y el karma lo que hace que nos dirijamos a un cuerpo en particular.

Aquel que, en el momento de la muerte, fije su aire vital entre las cejas y, por la fuerza del yoga, con una mente recta, se dedique a recordar al Señor Supremo con toda devoción, ciertamente que llegará al Supremo (Bhagavad Gita 8.10).

De ahí la importancia de la preparación. Durante toda la vida desarrollamos una conciencia particular y en base a nuestras acciones. Esas acciones y esa conciencia pueden ser materiales o espirituales. Eso depende de nosotros. Si a lo largo de nuestra vida desarrollamos una conciencia material, atribuyendo demasiada relevancia a las cosas materiales, seguiremos apegados a ese mundo material porque ese es básicamente nuestro deseo, nuestra decisión, nuestro libre albedrío. Dios no se mete en esto, él nos da las posibilidades de transcendencia, nuestro albedrío, el karma, el control del nacimiento y el renacimiento… Pero es lo que nosotros queremos lo que conseguimos.

Si, en cambio, durante la vida nos esforzamos en redescubrir, revivir o despertar la conciencia espiritual, y en el momento de la muerte podemos fijar nuestra conciencia en aquello que hemos trabajado y practicado, entonces esto nos lleva a un nivel superior, transcendente.

Para ese prepararse Krishna utiliza una técnica de yoga, y sugiere fijar el aire vital (la conciencia) en el entrecejo, que es uno de los chakras, mediante la fuerza del yoga. Esto es algo que requiere preparación, porque en el momento de la muerte los procesos físicos distraen, no solamente a nivel fisiológico, sino energético. Se vuelve muy difícil poder fijar la mente en algo, ya sea por el dolor o por el temor, o por otras razones.

Los caminos para poder desarrollar la capacidad de fijar la conciencia son diversos, y uno de ellos es la práctica del yoga. Cuando hablo de yoga no me refiero a esa reducción del yoga, a “posturas” que se practica en Occidente. La postura es la parte más externa y superficial del yoga. Hay muy pocos instructores que enseñan, por ejemplo, los yamas y niyamas, las prácticas morales del yoga. Hay muy pocos que enseñan prácticas respiratorias, no superficiales, sino profundas como el ranayama, o que enseñen el dharana y el dhyana (la concentración y la meditación). Es a través de esas prácticas que incluso en un momento tan difícil como el de la muerte, el más difícil sin duda, la persona puede fijar su conciencia y dirigir su mente a un destino superior. Eso se llama Raja Yoga.

Pero no es el único camino de liberación. Krishna, por ejemplo, dice que otro camino es recordar al señor supremo con toda devoción. Es lo que se llama bhakti yoga, o camino de la devoción, el camino que emprende la persona que cree en Dios y que cultiva su vida en relación a Dios.  El maestro de mi maestro decía que no era cuestión de dejar o abandonar nada, sino de agregar, de poner a Dios en el centro de nuestra vida, y hacer que nuestra vida gire en torno a ese Ser Supremo. En el bhakti yoga hay muchas técnicas para poder realizar eso, para fijar la conciencia en ese Ser Supremo y así recibir su gracia y misericordia, para poder verlo, para poder querer estar en contacto con Él, y así abandonar definitivamente este mundo y no volver a nacer.

Las personas inteligentes que se están esforzando por liberarse de la vejez y de la muerte, se refugian en Mí mediante el servicio devocional (Bhagavad Gita 7.29).

Pero para aquellos que Me adoran a Mí entregándome todas sus actividades y consagrándose a Mí sin desviarse, dedicados al servicio devocional y meditando siempre en Mí, habiendo fijado la mente en Mí, ¡oh, hijo de Prtha!, para ellos, Yo soy el que los salva prontamente del océano del nacimiento y la muerte (Bhagavad Gita 12.6-7).

Aquí Krishna da algunos parámetros muy generales: “Para aquellos que me adoran a mí entregándome todas sus actividades y consagrándose a mí sin desviarse”. Cuando dice “entregándome a mi todas sus actividades” no se refiere a que nosotros, por ejemplo, entreguemos nuestra casa, sino que como afirma en otra parte de la Baghavad Gitatodo lo que hagas todo lo que comas todo lo que ofrezcas o regales, hazlo como una ofrenda a mí”.

Es decir, tomar consciencia de dónde viene todo lo que soy, mi cuerpo, mis capacidades (recuerdos, inteligencia, habla…) y actuar como si eso fuese una ofrenda. Eso es el bhakti yoga que nos lleva a una realidad más allá de este mundo.

Este camino reconoce que la conciencia no depende solamente de nosotros, ya que quizás no seamos yoguis ni hayamos desarrollado la capacidad de fijar nuestra mente. Es entonces cuando surge la súplica como la del rey Kulakshekhara, que oraba: “mi querido Señor, yo no sé qué consciencia voy a tener en el momento de la muerte, yo te pido que ahora mi mente esté fija en ti, ahora me permitas abandonar este cuerpo, porque en este momento soy consciente de ti, y no sé si en el futuro voy a serlo”.

Toda la vida del trascendentalista hindú apunta en esa dirección: apunta a una preparación que es probada, que es testada en el momento de la muerte, y de acuerdo con nuestros progresos es como transcendemos.  Al principio del segundo capítulo del Bhagavad Gita se habla del cambio de cuerpos que se produce en el paso de la niñez a la juventud y luego a la vejez. En el momento de la muerte pasamos a otro cuerpo, y a la persona sensata, a la persona que ha alcanzado esa realización, a la persona que tiene conocimiento, ese cambio no le confunde. Es decir, que cuando en ese momento la persona no se agita, no sufre, no se distrae… puede fijar su conciencia en lo que sigue, en la continuidad que no tiene fin, no se termina nada. Por eso decimos que en el hinduismo no existe la muerte.

 

Acompañar durante la muerte

A partir de lo que hemos explicado, surge la pregunta: ¿cómo acompañar a las personas que nos rodean? ¿cómo acompañar a alguien que está dejando el cuerpo?  Hay toda una serie de ayudas que se prescriben en el hinduismo, por ejemplo, poner el cuerpo de la persona en una posición particular, en una dirección particular, los rituales, etc. aunque la mayor parte de esto es folclore…. Pero las pautas más importantes son las del acompañamiento, y son básicamente tres: la meditación, las plegarias y la lectura, aquello que ayude a la persona a fijar su conciencia en Dios.

  • La meditación ayuda a fijar la atención. Si la persona la ha practicado durante su vida, no hay dificultad, pero también quien acompaña puede ayudar y guiar. Guiar en cómo manejar la respiración, porque esta es una herramienta fundamental. La respiración se compara con la herramienta que usan los que controlan los elefantes, una especie de gancho que se pone en la oreja del elefante para manejarlo. La mente es como un elefante, fuerte y poderosa, muy difícil de manejar y controlar, y el gancho en cambio es muy pequeñito. Pues la respiración es ese gancho, es esa herramienta sencilla que permite controlar la mente-elefante.  La persona que acompaña puede ayudar a estabilizar la respiración y a aquietar la mente de la persona a la que acompaña.
  • Ayudar a fijar la mente en Dios, mediante las plegarias, ya que en las plegarias se resaltan los aspectos espirituales del ser y de Dios, y la relación entre ambos. También ayudan las plegarias en forma de mantras, es decir, la recitación repetitiva.  Mantra viene de la palabra “mana”, que quiere decir mente, y “tra” viene de “trayate”, liberar.  Liberar la mente de los condicionamientos, de todo el bullicio que normalmente tiene nuestra mente, esa es la idea del mantra. En mi caso acostumbro a recitar el Hare Krishna mantra, o el Om, pero hay muchos mantras.
  • También las lecturas que ayuden a tener un objetivo transcendente: por ejemplo, el Bhagavat Purana, el Bhagavad Gita, el Mahabharata, el Ramayana.  El momento de la muerte no es un momento de mucha filosofía, mejor los ejemplos prácticos, las vidas de santos… Tanto el Mahabharata como el Ramayana, son epopeyas narradas en forma de historias, de relaciones…. que captan la atención de las personas mucho más que áridos ensayos filosóficos o morales. Recuerdo que cuando empecé a leer el Mahabharata, no podía parar, me quedaba hasta las cuatro o cinco de la mañana, y a veces me quedaba toda la noche sin dormir para continuar. Por tanto, su lectura ayuda mucho a quien tiene dificultad para fijar la atención de su mente.

En definitiva, acompañar a la muerte supone guiar y acompañar con todas estas herramientas.

 

Después de la muerte….

Después de que la persona ha dejado el cuerpo, el hinduismo prevé una serie de rituales. Rituales que tienen que ver sobre todo con la cremación. En el hinduismo el enterramiento es algo muy extraño, se produce solamente en el caso de personas que se considera ya han transcendido la situación corporal, y por ello no necesitan la destrucción del cuerpo. La cremación se produce para evitar precisamente que la persona que ha salido del cuerpo no quede apegada a ese cuerpo. En el hinduismo se cree que hay dos cuerpos materiales, el cuerpo físico, más grueso, el que nosotros podemos ver y tocar, y un cuerpo más sutil (antakharana) que está formado por un conjunto de elementos más inmateriales como la mente, la inteligencia y el ego falso, con sus recuerdos, sensaciones, deseos, experiencias.

Cuando una persona no ha alcanzado la realización, la liberación del concepto corporal de la vida, entonces tiene que volver a nacer, de manera que ese cuerpo sutil pasa del cuerpo muerto a un nuevo nacimiento. Si esa forma sutil está muy apegada, y todo el mundo llora y pide que no se vaya, le retiene, entonces la persona queda en un estadio intermedio y no avanza, por un tiempo. La idea de las cremaciones es fundamentalmente esa: el cuerpo se ha acabado, hay que seguir avanzando. Incluso en los rituales se pide explícitamente a la persona que se vaya, que vaya a su próximo destino, que avance… eso es parte del ritual. Por eso, para las personas no apegadas, aquellas que han transcendido el concepto corporal de la vida, los santos… a esas personas no hace falta cremarlas, sino que se entierran. Son, sin embargo, casos muy especiales.

Hay toda una serie de rituales, de oraciones y purificaciones, ofrendas a Dios y a los antepasados, para que ayuden a la persona a progresar en su siguiente destino. También para la familia hay un periodo de purificación, de no salir de casa, de privación de eventos sociales…. Aquí se llamaría luto, pero se trata más bien de purificación. Tengamos en cuenta que en un entorno donde las enfermedades y la muerte por enfermedades contagiosas son una constante, un periodo de purificación se justifica también por este tipo de razones más prosaicas.

Y no quiero alargarme más explicando los rituales pues lo más importante para entender la muerte en el hinduismo es sobre todo lo que he descrito como la preparación y el acompañamiento a la muerte.

 

Nota: Este texto es parte de una conferencia que impartió el autor en la Fundación Cristianisme i Justícia, y que luego se publicó en el libro titulado: «Morir en manos de Dios».

 

Acerca del autor

Licenciado por la Universidad del Salvador - Escuela de estudios Orientales (Buenos Aires) y Experto en Estudios Orientales: Área Hinduismo-Yoga por dicha universidad. Docente del Instituto Superior de Ciencias Religiosas de Barcelona (ISCREB), cátedra de Hinduismo, así como del Centro de Eutonía y Iogaterapia, filial argentina del Lonavla Institute (India). Instructor de Yoga. Docente del Instituto Bhaktivedante de España - Centro Bhaktivedanta. Participa en las actividades de dialogo interreligioso de la Unesco y del ayuntamiento de Barcelona.

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