Todos transitamos. Caminando, en bicicleta, en moto, en coche, en transporte público… y compartimos juntos un mismo espacio: la vía pública. Compartir los espacios exige civismo. Rovira i Virgili decía que, para convivir correctamente, hace falta mesura y límite. Esta mesura y este límite no hemos de verlos como un recorte de las libertades, sino como la actitud que evita que mi libertad interfiera en la de los otros.
El tránsito, en su dinámica, pone de manifiesto el grado de civismo de los que lo integran. La conducción ha de ser un acto cívico por excelencia. No vale el “despiste” ni la distracción, porque está en juego nuestra vida y la de los otros. Por lo tanto, hay que poner ahí toda la atención. Pero esto, aun siendo mucho, no lo es todo, porque hay una cuestión de fondo fundamental: la respuesta a esta pregunta: ¿Quién es el otro para mí? ¿Como miro y como valoro la presencia del otro en la carretera? A veces, parece como si hubiera un porcentaje importante de conductores que miran al otro de forma inadecuada, como si fuera un estorbo a superar. Aquellas frases de Jean Paul Sartre, tristemente famosas, que dicen: “El otro es mi infierno” y “El otro es el limitador de. mi libertad”, si se llevaran a la práctica, harían del tránsito una auténtica selva.
El conductor, cuando tiene el volante en sus manos, puede elegir la opción negativa de la confrontación, y, con ello, hacer una conducción agresiva, o bien, la opción positiva de mirar al otro como a aquel con quien he de compartir buenamente el espacio de la carretera. Si se decanta por esta opción, se produce un hecho curioso: toda acción positiva y generosa en favor de los otros genera reciprocidad. El conductor que tiene dificultades para salir de su estacionamiento, cuando se le cede el paso, hace un gesto de agradecimiento con la mano. Si actuamos así, reencontramos el gusto por la cortesía y la generosidad, y gozamos de una conducción más tranquila. Nuestro estado de ánimo se pacifica y hacemos de la moderación y la convivencia el paradigma del civismo y de la circulación.
Acerca del autor
Licenciado en Ciencias Químicas, Master en Astronomía, casado con Blanca, dos hijos, cuatro nietos, colaborador habitual de Ràdio Estel, de Ciutat Nova y de CAT-Diàleg. Asesor ocasional de la Eurocámara en temas de medio ambiente.