Després de la mort de la seva ‘ama’ (mare), sense haver pogut acomiadar-se’n físicament, l’autora escriu: La pandèmia ha canviat la vida de totes les persones i a la meva família no se’ns oblidarà. A continuació, ens comparteix les seves reflexions que resulten especialment rellevants en aquesta època de pèrdues i dolor.
En aquest moment sento que he canviat d’etapa en la vida, he passat a primera fila. De la meva gent gran ja no me’n queda cap, soc orfe, no hi ha ningú per davant meu. Em sento una persona molt afortunada perquè he comptat amb dos pares i dues mares, els que em van donar la vida i amb els qui em vaig criar i conviure fins que em vaig casar (eren els meus padrins i per edat podien haver estat els meus avis). Vaig perdre el meu padrí el 1996, a la meva madrina el 1999 i al meu pare el 2007. En certa mesura l’experiència de la mort és acumulativa, cada pèrdua reviu les anteriors i deixa un buit amb el que cal aprendre a conviure i que et fa “resetejar” el camí que et queda per recórrer. Mai és un bon moment per perdre un ésser estimat, ni tampoc hi estem preparats, tot i que una malaltia o el pas del temps ens ho vagi anunciant. A més, tant és l’edat que tinguem. Tota pèrdua ens canvia la vida, i algunes ho fan més que d’altres.
Em quedo amb les paraules d’un gran expert en el dol, David Kessler: “Aquesta profunditat d’amor, aquesta profunditat de cura és eterna. Mai podrem substituir els nostres pares, però podem enfortir les nostres connexions familiars a mesura que trobem un significat nou i més profund a les nostres relacions existents. Comencem a viure de nou, però no podem fer-ho fins que no li haguem donat temps al dol” (Kessler, sd). Afortunadament, la fe i el treball personal de molts anys, ajuden en aquest procés de dol que tot just està començant i que cada membre de la família viurem d’una manera única i personal.
Facundo Cabral, ho expressa d’una forma molt bonica a la cançó: “Este es un nuevo día” (val la pena escoltar-la). Reprodueixo a continuació la tornada de la cançó en la que es recita: “La vida es aquí y ahora mismo… Andá ahora [a pedir perdón o solucionar un conflicto]… Nadie sabe cuándo es mañana…”.
Este es un nuevo día
para empezar de nuevo
para buscar al ángel
que me crece los sueños.
Para cantar
para reír
para volver
a ser feliz.
Autora: Arantza Echaniz Barrondo
Es pot llegir l’article sencer a: Querer es poder… Creer es crear
Sobre l´autor
Ciutat Nova: Revista trimestral on descobrim i compartim històries i projectes inspiradors i propers per enfortir #vincles positius. #diàleg
Querida Arantza,
No nos conocemos pero me conmueve tu dolor, tu orfandad, tu largo duelo personal, tu sufrimiento por tus seres queridos. Gracias por compartir estos sentimientos y, si me lo permites, me gustaría estar a tu lado en estos momentos de profundo dolor y compartir contigo unas reflexiones.
Dulce Arantxa, no estás pasando un duelo, sino una sucesión de duelos demasiado sentidos. Es lo que se conoce como una Lección de Vida donde el dolor nos obliga a mirar hacia nuestro interior. Son momentos que nos hacen mirar hacia el pasado, mirar las pérdidas del presente y mirar hacia el futuro de una manera nueva para salir transformados por el poder curativo del Amor. Sólo falta poner Amor donde ahora sólo puedes ver un gran Vacío.
El sufrimiento no es de la persona que fallece, sino que es el sentimiento de pérdida que queda en los vivos que le han amado.
LAS FASES DEL DUELO:
En el tema de la muerte, me encanta la Dra. Elisabeth Kübler-Ross. Cómo psiquiatra, se pasó casi toda su vida profesional acompañando a personas en el momento de su fallecimiento. Fue la impulsora de todo lo que hoy conocemos como tratamientos paliativos del enfermo y de acompañamiento a sus seres queridos.
La Dra. E. Kübler-Ross decía: “Todo sufrimiento genera crecimiento. Nada de lo que nos ocurre es negativo, absolutamente nada. Todos los sufrimientos y pruebas, incluso las pérdidas más importantes, son siempre regalos”. Explicaba que, según su experiencia, justo antes de morir, las personas sentimos nuestra vida como algo importante, entendemos que todas las experiencias que hemos vivido han sido necesarias para desarrollar ciertos valores espirituales; que nuestros últimos recuerdos son de amor hacía las personas a quienes hemos amado y de gratitud hacia las personas por quienes nos hemos sentido amados. Todo lo demás no importa y dice que en el momento de la muerte todos los seres, sin excepción, morimos en paz, que nunca estamos solos y que reconocemos la muerte como el final de la vida física y el inicio de una nueva vida donde todo es comprensión, amor incondicional y reconocemos la presencia de Dios.
Según dicha doctora, cuando perdemos a un ser querido o experimentamos otro tipo de pérdida importante (pareja, divorcio, trabajo, mascota, etc.), se inicia en nosotros, de manera automática, un proceso psicológico llamado “Duelo” que se desarrolla en cinco fases y que se extienden por un período de tiempo aproximado de un año.
1) Negación y aislamiento: es una reacción que nos permite amortiguar el dolor ante una noticia inesperada e impresionante. Es una defensa provisional.
2) Ira: la negación es sustituida por la rabia, el resentimiento y todos los por qué. Es una fase difícil de afrontar ya que la ira se puede desplazar en todas direcciones; todo y todos nos pueden molestar, podemos no sentirnos comprendidos, nos pueden querer consolar y eso no nos consuela porque estamos sufriendo profunda e irracionalmente. Queremos sufrir. No queremos dejar de sufrir porque es nuestro último acto de amor hacia los ausentes.
3) Pacto/Negociación: No hemos hecho nada malo y sin embargo sufrimos por amor. Somos hijos amados y bendecidos por Dios y ante la dificultad de afrontar la realidad de nuestro dolor, el Amor de Dios instalado en nuestro corazón se mueve para darnos Paz y consuelo. Poco a poco, entendemos que seguimos vivos, que hemos sido amados, que hemos amado, que siguen estando a nuestro lado personas a las que amamos y que nos aman. Un buen apoyo en esta fase es combinar las expresiones de desconsuelo con las expresiones de gratitud por todos los buenos recuerdos que tengamos de las personas ausentes y por las personas presentes que nos acompañan e intentan dar consuelo. “Gracias Dios por todo lo que me has dado, por todo lo que tengo y por todo lo que me darás”.
4) Depresión: creo que es la fase más larga y donde muchos nos estancamos. Es un estado que anticipa la aceptación de la realidad. Acepto la muerte, pero no sé cómo llenar el vacío. En realidad, este vacío está lleno de muchas más cosas que hemos olvidado, que de las que recordamos. El llanto es un buen compañero en esta etapa. Ya no es un llanto desesperado, el llanto de ahora es liberador, de rendición, de aceptación: ahora es cuando lloramos por nosotros mismos. Si el llanto no aparece, algo triste se queda dentro. No importa cuánto lloremos, porque es mejor sacar fuera el dolor, expresarlo sin vergüenza, darle su tiempo, su lugar y la intimidad o sociabilidad que nosotros decidamos. Expresar el dolor proporciona un consuelo que hace esta fase más corta. Es el momento de soltar el lastre del pasado, de crecer como persona, de empezar a sentirte bien contigo misma.
5) Aceptación: aceptamos nuestra vida como es y aceptamos el proceso de la vida en general. Comprendemos que venimos, compartimos nuestra vida, desarrollamos vínculos de amor y nos vamos.
Ánimo. No estás sola.
Un abrazo
Montse