El liderazgo no es algo exclusivo de las organizaciones. Cada uno de nosotros ejerce un liderazgo en distintas facetas de la vida: como padres o madres, como educadores, en círculos de amistad, acompañando personas y situaciones…
Leí que la actriz española Maribel Verdú hacía un alegato sobre no salir de la zona de confort. Venía a decir algo así como «dejadme en paz, yo lo que quiero es estar en mi zona de confort, no lo entendéis por eso se llama zona de confort» (enlace) Tuvo muchos likes en twitter y muchos apoyos. A mí me hizo pensar, a veces los pequeños acontecimientos cotidianos son los que me ayudan a mirar. Me hizo pensar porque yo había escrito hace pocas semanas sobre cómo salir de la zona de confort pasando a la zona de aprendizaje (enlace). Hoy trataré de explicarme mejor, pero no por defender mi postura sino porque creo que me había dejado cosas.
Comprendo lo que dice la actriz y lo que piensan muchas personas. Yo, a veces también, he tenido esa sensación. La sensación de que la sociedad, el mundo, los que me quieren, los que me dirigen, la vida misma nos dijera incansablemente:» tienes que mejorar, no es suficiente…» Creo que es ese sentimiento al que se refiere. Hay una parte en la que tiene razón: tantos libros de autoayuda, tantas promesas de felicidad, tantas expectativas de ser más completos están generando tensiones permanentes. Y ante esta avalancha, después de haber leído muchos libros, de ir a coaches y psicólogos, de meditar y hacer yoga, dan ganas de gritar: ¡Dejadme en paz!
Sin embargo, creo que la actitud correcta es preguntarnos por qué llegamos a este sentimiento. Yo pienso, mirándome a mí mismo, que lo que, de fondo, estamos gritando es: «yo no soy feliz, ya lo he intentado bastante, no tengo sensación de haber conseguido mucho y por eso me sale la rabia que lanzo al mundo: ¡Dejadme en paz!» La parte verdadera es que nadie puede sentirse presionado desde fuera para crecer y tenemos todo el derecho del mundo a decirles: «dejadme en paz» incluso es bueno que lo hagamos con una sana autoafirmación. Pero también tenemos que reconocer, con sinceridad, que lo que estamos gritando es que no estamos bien como estamos y tenemos el vano deseo de quedarnos, de pararnos, pensando que así estaremos mejor.
No podemos forzar procesos desde fuera, no podemos estirar la planta para que crezca.
Hay una frase que oí que suelo decir mucho: «la puerta del desarrollo se abre por dentro», es decir que solo nosotros/as mismos/as, desde dentro podemos avanzar si queremos. En este sentido, solo nosotros/as mismos/as podemos salir de nuestra zona de confort.
Este artículo está dedicado a las personas que lideran en todas sus formas (jefes, coordinadores, educadores, padres, madres…) y me parece que esta reflexión la debemos tener muy en cuenta. No podemos forzar procesos desde fuera, no podemos estirar la planta para que crezca. Es muy importante que lo tengamos muy claro, debemos respetar los procesos humanos, sus tiempos y sus aprendizajes. Voy a escribir algunas actitudes que debemos tener en cuenta en el camino con otros:
- Una actitud humilde: tenemos que reconocer que no sabemos mucho y que no podemos situarnos en dar lecciones, en forzar procesos, en dar recetas. Primero, porque si nos miramos sinceramente a nosotros/as mismos/as nos damos cuenta de que también nosotros/as estamos en camino y que tampoco sabemos mucho. Y segundo, porque el proceso de liderazgo en el desarrollo es un proceso humilde de acompañar desde la experiencia vivida para orientar, para tratar de iluminar la niebla un poquito. En el fondo es hacer camino con la otra persona.
- Una actitud paciente: tenemos que saber respetar los tiempos, esperar a que las cosas las vea el/la otro/a en su momento, no podemos forzar. Tenemos que aceptar sus negativas, incluso sus desahogos, sus oscuridades con la esperanza de que en el camino se irán dando los aprendizajes.
- Una actitud de respeto: en este camino debemos tener mucho respeto al otro, preguntándonos si sus dudas o sus objeciones son verdaderas, abriéndonos a que lo sean. El camino del liderazgo desde la confianza no tiene muchas certezas, lo que tiene es mucha cercanía y respeto. En este respeto acepto que la otra persona me enseña a mí tanto como yo le enseño. Esta es una realidad que la experiencia nos va dando. Respeto, supone también respeto a la confianza que me da para tomarme en serio lo que me dice, para prepararme, para abrir mi mirada.
- Una actitud no moralizante. El/la líder tiene que huir de expresiones como: «tienes que…», «deberías…», «así es como lo tienes que hacer…» porque estas expresiones hablan de que hay un camino claro y un modelo al que parecernos. Estas formas de hablar llevan rápidamente al «déjame en paz» con todo el derecho. Nuestro modelo de vida, nuestras leyes y certezas las debemos dejar para construir juntos/as el camino.
Al final todo se resume en una cosa: «la centralidad del ser humano en todo lo que hacemos». Las personas a las que acompañamos están por encima de nuestras pretensiones, de nuestras expectativas, de los propósitos míos o de mi organización; por encima de mi visión e incluso, por encima del proyecto que hemos diseñado juntos. Lo importante está en el respeto del camino de cada persona y esto, es tarea y decisión de cada persona. Lo único que podemos poner es una enorme esperanza en el ser humano.
Autor: Juan Goñi
Este artículo ha sido publicado en el blog del autor: Liderar desde la confianza
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