Hablar con Begonya te cambia la mirada y te mejora el ánimo. Acabas la conversación convencido de que “querer es poder”, que el cambio es posible. Es la directora –y fundadora- de El Llindar, una escuela de nuevas oportunidades para chicos y chicas que han sido centrifugados del sistema educativo; pero su mirada nos sirve a todos y en todos los ámbitos de la vida, porque Begoña nos habla más de aprender que de enseñar.


Me encontré con ocho chicos y chicas y, de ellos, sólo me habían dicho que todos eran locos o delincuentes. El encargo que se me daba era el de hacer un control del parking. Ninguna otra expectativa.

¿Y todos los ocho eran locos o delincuentes?

Ni tan sólo uno. “Yo vengo de un entorno similar –pensé- y no me he encontrado con locos y delincuentes”; lo que sí que he visto son chicos y chicas con muchas dificultades que tienen conductas alocadas y cometen actos delictivos. Y eso es muy diferente.

[Sólo comenzar la conversación, ya se ve que, para Begonya, la mirada es muy importante. Una mirada que nos ayuda a hacernos las preguntas pertinentes para afrontar constructivamente las cuestiones más delicadas.]

¿Cuándo fue eso?

En  Septiembre del 2003, aterricé aquí, en este mismo edificio que ahora es la escuela, y no había N-A-D-A. Aquel centro estaba catalogado como una Unidad de Escolarización Compartida (UEC), pero no había nada, ni siquiera sillas o papel. Partíamos literalmente de cero y tuvimos que empezar desde el principio: hacer limpieza, sacar –por decirlo finamente- toda la porquería que se había acumulado.

Pero tú no partías de cero.

Efectivamente, yo venía de trabajar en una escuela con alumnos con dificultades, pero aquello era otra cosa. Enseguida, vi que si aceptaba tirar adelante con el proyecto, se tenía que construir todo un argumentario y una hipótesis de trabajo para transgredir el encargo que me estaban haciendo. No podía aceptar convertirme en la vigilante de un aparcamiento.

¿Transgredir un encargo?

Sí. Era necesario cambiar la mirada hacia aquellos chavales. Estaban igual que todo su entorno y ellos mismos se sentían una porquería. Y es que, si tú tratas a alguien como una porquería, el otro te trata de la misma manera. La primera transgresión, pues, consistía en mirar a aquellos chicos y chicas de otra manera. Era el primer paso, imprescindible, para comenzar el largo camino de recuperación de la dignidad. La ventaja, que se ha confirmado con el tiempo, era que, al no haber nada, se podía comenzar a construir alguna otra cosa sin ningún referente que nos condicionara.

Fueron años en los que nos  legitimamos construyendo un discurso educativo que podríamos resumir así: “El Llindar es un buen sitio para los que no tienen sitio”.


La primera transgresión fue mirar a aquellos chicos de otra forma


Me parece que comienzo a ver el sentido del nombre…

Queríamos que la palabra expresara lo que pasa aquí dentro. Vivir al límite, ser un lugar de paso, tener la valentía de atravesar el linde y hacerse mayor… Los profesionales nos encontramos también en el linde de cómo apoyar a estos adolescentes con dificultades. El linde es un lugar que habla de incertidumbre, de no dar las cosas por sabidas ni perfectas.

La construcción de este concepto, el proceso de legitimación, lo hemos hechos desde el límite. Parece una contradicción, pero, en el fondo, podemos ser Llindar y construir una escuela de nuevas oportunidades –que es como se dice ahora- , porque hemos estado en el límite del sistema.

Porque lo transgredisteis.

TOMAR LA PALABRA

En el 2008, la transgresión ya la habíamos hecho, por ejemplo, por el mero hecho de no trabajar con alumnos agrupados por clases, pero fue en el 2012 Begonya_2cuando – podemos decir- “tomamos la palabra”. Fue un momento simbólico: por ejemplo, dejamos claro a la Administración dónde no queríamos estar y empezamos a trabajar como una escuela de nuevas oportunidades.

¿ Y la última transgresión?

Hace un año. Tenemos unos 400 alumnos y, el año pasado, 220 de éstos perdieron el acceso a cualquier tipo de financiación. ¿Qué podíamos hacer? Estos chavales no podían volver a recibir la bofetada que ya habían recibido cuando habían abandonado el instituto, pero tampoco teníamos el dinero y, desde el punto de vista de la sostenibilidad de la institución, tampoco se veía posible poder asumir los gastos que comportaban aquellos alumnos. Así pues, nos movimos, arriesgamos y, al final, a pesar de que nos hemos descapitalizado, lo hemos superado “in extremis”. Volvimos a transgredir el encargo de la administración para poder ser fieles a nuestro encargo, porque, con la lógica de la Administración, a estos alumnos, que ya estaban seleccionados en Septiembre, yo tendría que haberles dicho “Lo siento mucho, no podéis entrar”.


Revertir la tendencia de abandono escolar – 17,9% – es largo y caro. Hace falta una apuesta política decidida


El dinero debe ser una guillotina que siempre tenéis encima…

Por supuesto. Tenemos que pagar 54 nóminas cada mes. Cuando hablamos de la dignidad de los alumnos, tampoco podemos olvidar la dignidad de los profesionales y, como es habitual, en momentos de dificultad económica, siempre cuesta más que llegue el dinero a los centros en situación como la nuestra.

Es decir, detrás de todo esto nos encontramos con la mercantilización, y se necesita una mirada política hacia lo que queremos. Mu-chas veces, una tiene la sensación de que los chicos que se encuentran  en estas situaciones de abandono no son prioritarios: “Si no salen adelante, ¡qué le vamos a hacer! Parece que ahora hay alguna señal de cambio, pero soy un tanto escéptica, porque ya llevo muchos años.

PROPUESTA

¿Cómo se concreta toda esta mirada, en vuestra propuesta educativa?

En tres ejes: itinerarios largos en el tiempo, acompañamiento y alternancia entre formación y trabajo: “se aprende haciendo”.

El primer eje, la longitud del itinerario, no interesa a la Administración, pues lo que quiere es cosas cortas, rápidas, atendiendo a una lógica de productividad, rapidez, evaluación… Y todo esto es contrario a la propuesta educativa que creemos que estos chavales necesitan, que tiene un recorrido de entre 2 y 4 años por término medio.

Yo soy muy pesada en esta exigencia política, pero es un planteamiento imprescindible si, de verdad, se quiere hacer frente a un abandono escolar cifrado en el 17,9%.

Invertir la tendencia es largo y caro. Es necesario, por lo tanto, una apuesta política decidida. Iniciar un itinerario con una chica o un chico, que llegan aquí con una biografía rota, una vida muy compleja, y pensar que esto se soluciona con las 800 horas del módulo de Formación Profesional es no querer solucionarlo.

Me gusta explicarlo con este ejemplo: Cuando un estudiante termina un grado universitario, nadie cree que si no encuentra trabajo es porque es un gandul, ni tampoco piensa que sea culpa de la universidad. No le penalizan por eso; en cambio, a estos chicos y chicas, que tienen todo en contra, la situación se mira desde la judicialización, la penalización o… la medicalización. Se les pide unas respuestas que ellos no pueden dar.

Hay una mirada a corto plazoBegonya_3

Sí. Tengo una trayectoria de interlocución política y no veo valentía suficiente para hacer cambios transformacionales del propio sistema.

¿Cómo se puede, entonces, construir una escuela de nuevas oportunidades, en estas condiciones?

Nosotros, en aquel momento en que “tomamos la palabra”, dijimos que hemos de construir un nuevo concepto y que hemos de poder sostenerlo. Desde el compromiso, desde las alianzas, desde la incidencia política… El Llindar es una respuesta educativa para chicos y chicas que el sistema centrifuga sistemáticamente y que, finalmente, abandonan.

ALIANZAS

¿Qué aliados encontráis? ¿A qué puertas llamáis?

Begonya_4A pesar de las dificultades que supone, la vertiente política no la hemos abandonado, porque creo que hay una responsabilidad de nuestro gobierno. El Llindar trabaja con diferentes departamentos (Educación, Trabajo, Sanidad…) y, hasta que no se pongan de acuerdo entre ellos, no se podrá abordar bien el tema. No hay una mirada conjunta frente a fenómenos muy complejos, tales como la inmigración, el abandono escolar o la salud mental.

Mira, lo que yo creo es que estos chavales enloquecen porque están bien. Lo que les pasa es una locura y tienen que desconectar por fuerza. Necesitan desconectar para continuar siendo alguien en la vida. Cuando me preguntan cómo son, yo digo que vienen descolgados de la vida. El que estén descolgados del sistema educativo es casi secundario, lo que están es descolgados de la vida. No tienen sueños, creen que no tienen futuro. Viven en la inmediatez…  Hoy, hablaba con una madre, antigua alumna, que vive en una habitación con sus dos hijas. Y nunca saldrá de ahí

¿Más alianzas?

Trabajamos con más de 370 empresas y, con tres de ellas, hemos establecido una alianza. Son empresas conocidas y de prestigio: Cebado, M Automoción y Tragaluz. Nos hacen aportaciones económicas, sí, pero lo que no tiene precio es el conocimiento. Esta alternancia entre formación y trabajo no es sólo una innovación que queda bien en los papeles, sino que nosotros contamos con la empresa desde el minuto cero cuando es el momento de pensar en la formación, su recorrido…

¿Relaciones consolidadas?

Con la escuela de peluquería, estamos desde el 2008 y, en aquel momento, una colaboración así era una novedad en el mundo de la peluquería. Actualmente, la relación ya está tan hibridada que incluso la imagen corporativa de la escuela de peluquería es de Cebado. Esto nos habla de dignidad y de prestigio.

¿Qué articula toda esta lógica organizativa?

Que se enganchen al deseo de saber, saber que pueden hacer alguna cosa, porque los han machacado mucho (no sirves para nada…). Y estoy segura de que muchos profesores se han dejado la piel con ellos, pero el sistema no está pensado para que estos chicos puedan engancharse.

Cuando los pequeños de 13 años, llegan, tenemos una conversación con ellos. Los escuchamos: ¿Por qué vienen? ¿Qué les ha pasado?… El origen de su desenganche de la escuela, a veces, se produce en segundo de primaria. Se trata, pues, de comenzar a abrir un pequeño espacio en esta losa del fracaso, del nunca serás nada…

De hecho, cuando entran en El Llindar, no se consideran alumnos, y pasa mucho tiempo hasta que algunos consienten serlo. Algunos tardan 2 años y también los hay que marchan de la escuela sin todavía sentirse alumnos. Eso quiere decir que nosotros, los  profes, hemos de estar preparados para acompañar a estos chicos. En cuanto a la parte de relación con el saber, la gran pregunta que deberíamos hacernos los profes es porqué tienen tantas dificultades para conectar con el aprendizaje. Y también hemos de prepararnos para poder escuchar ese gran sufrimiento con el que cargan.

No podemos dar por descontado que estos chicos vendrán aquí y aprenderán por el solo hecho de tener unos talleres. No, no. Esa parte de su biografía, esa herida que ha hecho la escuela, pero que también tiene que ver con la herida humana que ellos llevan en su interior, la hemos de asumir, y lo hacemos con alguien que tiene una idea, desde una postura, desde una orientación de cómo tratar la fragilidad humana.Begonya_5

Y aquí entra en acción la tercera alianza: la Fundació Cassià Just. Con ellos, ayudamos a los profesionales, por ejemplo, a no perder de vista que están trabajando con chicos y chicas con una extrema dificultad. Es por eso por lo que tenemos 3000 horas de dedicación a la construcción del modelo y del trabajo pedagógico. Y eso no lo paga nadie. Son horas que no tienen nada que ver con las reuniones de seguimiento o evaluación. Eso es trabajo de equipo, construcción de equipo.

Cuando un  profe te pregunta qué puede hacer con un alumno concreto, le decimos “Sentémonos y hablemos, conversemos”. Para nosotros, la mejor manera de aprender a hacer de profesor es conversar sobre aquellas cosas que a mí me cuestionan con relación al chaval. Se ha de salir de esa lógica a la que nos lleva la urgencia de sus conductas.

Y, dicho todo esto: en el Llindar trabajamos desde la responsabilidad. La responsabilidad de cada individuo para hacer frente a la vida es primordial. Cuando hablamos con una chica o un chico, después de reconocer la gravedad de la situación, le decimos: “de acuerdo, y ahora, ¿qué hacemos?” Éste es uno de los primeros ejes de trabajo cuando te encuentras con adolescente y jóvenes tan dañados por su vida: pedirles su responsabilidad, la que tienen.

SACUDIR  LA VIDA

Toda una lección de vida, y no tan sólo para esas situaciones.

Lo que tiene que suceder en toda institución educativa es experiencia. Para que la educación tenga algo que ver conmigo, tiene que haber experiencia. Experiencia por parte del docente y por parte de los alumnos. Como decía María Montessori: “la primera función de la educación es sacudir la vida”. En cambio, hemos construido escuelas donde en su interior pasa de todo menos vida. Porque… con estos chicos y chicas, lo que no podemos hacer es no contar con sus vidas, que las tienen tan rotas Y eso quiere decir: la madre adolescente, el chico que se ha pasado la noche en el calabozo, el que no ha podido comer nada, el que tiene su padre en la cárcel y ha salido, y… ves sumando. Si no contamos con esto, ¿qué clase de escuela somos?

Otra historia es cómo articulamos las estrategias para que se pueda trabajar en el aula y podamos tener espacios de palabra. No se trata de que tú puedas venir a reventarlo todo y no pasa nada, no. ¡Hombre! ¡Y tanto que pasa! Pero hemos de darles espacios de palabras en los que puedan abocar su malestar.

En El Llindar somos un conjunto de adultos. Un adulto es aquel que sabe apoyar a otro. Y no está derivando continuamente: que lo coja el psicólogo, o quien sea… un adulto sabe estar. En cambio, en nuestras escuelas, nos faltan. Un conjunto de adultos que saben sostener el sufrimiento humano y que saben  algo de la complejidad humana. Esto es fundamental para todos pero en El Llindar es básico.

Begonya_6Entonces ¿Cuál es la aportación específica de vuestra manera de trabajar?

El acompañamiento subjetivo. La alternancia formación-trabajo es más o menos parecida en todas las escuelas de nuevas oportunidades, pero el acompañamiento subjetivo, esta manera de trabajar con cada alumno, es  la marca llindar.

Acompañamiento subjetivo quiere decir buscar la lógica que habita en cada persona para ver cómo la podemos acompañar, ir a su lado;  ni delante –que quiere decir diciéndole lo que tiene que hacer-, ni detrás, dejándolo caer. Y los tiempos… Hemos de acompasar los tiempos de nuestra institución a los de cada chico, de cada chica.

En El Llindar, cada día, se intenta articular la propuesta institucional que hemos decidido el equipo con lo que cada día trae cada chico. Cada día. Tenemos una orientación, sabemos hacia dónde vamos, pero después nos vamos construyendo, también la institución, a partir de la realidad.


Para conocer más: El llindar 

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Acerca del autor

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Tras una amplia experiencia en el mundo de la enseñanza, actualmente está en la dirección de la revista Ciutat Nova.

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