Miro mi experiencia personal y mi historia y el Juan de hoy no es el mismo que fue y creo que tampoco será el Juan de mañana. También me miro y sé que hay algo que permanece, que está de fondo, que siempre está y que no desaparece, pero no es algo estático, inmóvil, acabado… Es más como un río que corre, pero siempre es río. Una corriente subterránea que está por debajo de lo que fui, soy y seré…
En mi pequeña experiencia de un ser finito y criatura en un universo infinito tengo la paradójica sensación de que todo permanece y todo se transforma (como cantaba Jorge Drexrel). Siempre la contemplación de la naturaleza me ayuda a comprender la vida. El roble milenario era ya todo él en la bellota y a la vez es hoy, mil años después, una majestuosa presencia con ramas ya secas y brotes nuevos de primavera.
Cuando se me abren los ojos, cuando me atrevo a mirar puedo verme y ver todo, en un armonioso suceder de transformación que es la Vida.
En este acontecer de nuestra existencia hace unos días reflexionaba en cómo se produce el crecimiento personal, me preguntaba ¿Qué es lo que podemos hacer para que la vida crezca? ¿Realmente podemos hacer algo o la vida nos lleva, nos arrastra y pasamos el tiempo que nos toca vivir sobreviviendo, sobrevolando, soportando, analizando, buscando con ansiedad…?
Y volvía a mi limitada experiencia y hay algunas intuiciones que se iban dibujando como pequeñas figuras que aparecen entre la niebla. Son dos las que me vinieron: la primera, lo mejor de la vida me ha sido dado y la segunda que siempre que he abierto espacios se ha abierto vida nueva.
Hoy me referiré a la segunda intuición: dar espacio, abrir espacios…
¿Qué es dar espacio, abrir espacios?
Os cuento algunas pistas sobre cómo es, para mí, esto de dar espacio, abrir espacios. Son solo pistas porque es un camino personal y tiene que ver con intuiciones profundas que la vida nos va dando. No se trata tanto de incorporar, acumular (experiencias o conocimientos), ni siquiera de aprender… La experiencia de la que hablo es distinta.
Dar espacio sería abrir más sitio a realidades que están ya en mi vida pero que, por lo que sea, ahora voy sintiendo que se tienen que ampliar. Hay momentos en los que unas realidades no son significativas y ocupan poco espacio, pero, a medida que transcurre la vida, podemos sentir que nos conectamos más a ellas y que tenemos que darles espacio.
Abrir espacios es, para mí, incorporar nuevas realidades que no estaban antes y que siento que empiezan a emerger o siento que tengo que incorporar. A veces, solo se trata de abrir espacio sin más (dándonos más tiempo sin ocupación, por ejemplo) para abrirnos a lo que la vida nos puede traer. Si nuestra realidad está totalmente llena es muy difícil que podamos incorporar nada y, además, es más difícil que estemos atentos a lo que sucede en nuestro interior.
Os cuento, a modo de ejemplo, una experiencia que yo he vivido: en un momento dado de mi vida sentí que debía dar espacio al silencio y la meditación. Hasta entonces lo había intentado, me lo había propuesto mil veces y mil veces lo había dejado. Sin embargo, entonces escuché mi interior, mi cuerpo y es como si se me pidiera desde dentro abrir este espacio. Era distinto, casi empujaba por abrirse sitio, como si quisiera salir del fondo del mar para respirar… Entonces sucedió y comenzó el silencio a ser parte de mi vida, primero pequeña y después más grande. El silencio es para mí un nuevo espacio, así lo siento porque allí me expando, me abro. Sí, puedo decir que es un espacio nuevo. No es una actividad más, una experiencia más. Lo sé porque siempre quiero volver a mi «espacio silencio». No sé si lo habéis sentido así alguna vez en vuestra vida, pero creo que muchas veces se da de esta manera. Puede ser que se abra el deporte como espacio de expansión o de conexión o el contacto con la pobreza como espacio de apertura o el estar en la naturaleza como espacio de amplitud de la mirada o el espacio de conversación como alteridad… ¡¡¡Hay tantas posibilidades!!
Mi experiencia no es tanto crear nuevos hábitos (eso está bien pero casi siempre he fracasado) sino abrir nuevos espacios, para mí la diferencia es importante.
Para que se pueda dar tenemos que estar abiertos y escucharnos y escuchar la vida. Es decir, estar conectados. A mí me pasa que siento una inquietud nueva, física o una intuición que me conecta con mi momento vital y entonces aparece primero como necesidad y deseo y luego como posibilidad de más. Si me abro y respondo a eso que voy viendo empezaré a experimentarlo y a probar. A veces, no se abrirá el espacio y dejaré de hacerlo, pero si sigo conectado podré sentir que no era el momento, o que no era la manera y buscaré formas nuevas que conecten mejor con lo que voy intuyendo. Así nos vamos transformando. Si, por el contrario, no me abro (como me pasa muchas veces) entonces me cierro, me escondo, me repliego, me cargo.
En las organizaciones pasa lo mismo, si queremos evolucionar tenemos que escucharnos y abrir nuevos espacios para ir transformando la organización y llevándola más allá. Normalmente en una organización empresarial se da mucho espacio a lo económico, a los objetivos, al trabajo, al número, a la estrategia, a la consecución de la misión… Y se da poco espacio al cuidado, a la confianza, al dialogo, a la desconexión, a la apertura, a la reflexión profunda, a la relación, a la vulnerabilidad… Y entonces nos ahogamos porque solo tenemos un solo punto de vista. Llevo tiempo reflexionando y compartiendo con personas con las que me encuentro sobre esto y siempre acabo preguntando ¿Qué es lo que está pidiendo espacio ahora en tu organización? Se trata de escucharlo colectivamente mediante el proceso que describí en otra entrada «dejar ir, dejar nacer, dejarse hacer».
Y cuando nos hayamos respondido a la pregunta se trata de abrir espacios en nuestra vida cotidiana como organización para que esté presente lo que hemos descubierto. Por ejemplo: diseñar espacios físicos para que se dé, tiempos específicos para que se viva, rituales organizativos que lo recuerden y lo hagan presente etc.
Así nos transformamos y crecemos, así la vida se va ensanchando, se hace más Vida.
Autor: Juan Goñi
Este artículo ha sido publicado en el blog del autor: Liderar desde la confianza
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