La satisfacción general empeora. Globalización, avances tecnológicos, cambios institucionales, desigualdad, empleo precario, salarios de pobreza, ansiedad… ¿Es posible mejorar el trabajo? El autor toma en consideración tres propuestas que pueden ser de más alcance que las reformas legislativas del mercado laboral.
No trabajan todas las personas que pueden y quieren trabajar, ni el trabajo es el mismo para todas las personas, siendo la seguridad y el control sobre el propio trabajo dos factores de diferenciación. Estar empleado en el sector público proporciona mucha seguridad, pero, en general, el trabajo está burocratizado, con normas, reglas y procedimientos que los empleados públicos se limitan a seguir. En el otro extremo, la persona auto empleada y los socios trabajadores de cooperativas tiene la máxima autonomía y control sobre su trabajo, pero a cambio soportan la incertidumbre sobre la demanda y los ingresos que van a recibir; es decir, consiguen más control sobre su propio trabajo, pero a costa de más incertidumbre y menos seguridad. La mayoría de las personas que trabajan, en España y en todos los países a partir de un cierto grado de desarrollo, lo hacen como asalariados por cuenta ajena, principalmente en el sector privado. Trabajar como asalariado significa aceptar que sea otra persona, el empleador, que además se apropia de los resultados del trabajo, quien decide qué, cómo y cuándo se realiza el trabajo, dentro de los límites marcados por las leyes y por los términos del contrato laboral. A cambio, compensa al trabajador o la trabajadora con un salario acordado de antemano mientras se mantiene la relación laboral. Los empleadores, por su parte, se reparten entre personas físicas (empresarios) y personas jurídicas (principalmente sociedades de capitales, anónimas o de responsabilidad limitada). Estas últimas avalan el cumplimiento de su parte en la relación laboral con un patrimonio tangible (valor de los activos de la sociedad) e intangible (reputación) de su propiedad. En España, el noventa por ciento de los asalariados realizan su trabajo empleados por sociedades de capitales cuya gestión, incluidas las decisiones que afectan a las condiciones de trabajo, responde al criterio de maximizar el beneficio que retribuye al capital.
La seguridad y el control sobre el trabajo son dos factores clave
La satisfacción general con el trabajo, y con la calidad de vida que proporciona, ha empeorado durante los últimos años. La globalización, los avances tecnológicos y los cambios institucionales, como por ejemplo el descenso en la afiliación sindical, polarizan las condiciones laborales y salariales de la población. Aumenta la desigualdad económica, el empleo precario, los salarios de pobreza, la ansiedad, que se hacen todavía más visibles en periodos de crisis, cada vez más frecuentes y por diferentes causas (crisis financiera de 2008, pandemia en 2020). Así mismo se observan episodios inéditos, como el número elevado de trabajadores que abandonan los puestos de trabajo en Estados Unidos porque no se sienten adecuadamente reconocidos. Ante esta realidad, y con las condiciones de partida que tenemos, ¿es posible mejorar el trabajo? Tomemos en consideración tres propuestas que pueden ser de más alcance que las reformas legislativas del mercado laboral.
- Empresas socialmente responsables
El trabajo debería mejorar si las sociedades de capitales que contratan asalariados equiparan el bienestar de los trabajadores al bienestar de los financiadores, en sus decisiones de gestión. Se trata de profundizar en la llamada Responsabilidad Social Corporativa (RSC). Muchas compañías reconocen la importancia de las personas trabajadoras para conseguir resultados económicos superiores y, en consecuencia, ofrecen a sus empleados mejoras, incluidos mayores salarios y más control sobre su propio trabajo. En general se trata de acciones movidas por el propio interés, con las que se busca atraer y retener talento para ser más competitivos. La empresa actuará realmente de forma responsable e inclusiva si toma decisiones que mejoran el bienestar de los colectivos de trabajadores más vulnerables y desfavorecidos como un fin en sí mismo (por ejemplo, con inversiones en formación para mejorar la productividad de los trabajadores), y si evita tomar decisiones para ganar más dinero a costa de generar un perjuicio a los colectivos más vulnerables.
- Participación de los trabajadores
Razonablemente, el trabajo debe mejorar si se consigue que los trabajadores tengan más control sobre el mismo. Por ejemplo, con más personas ocupadas como socios de cooperativas, o adoptando fórmulas de Co-determinación, como las que se practican en sociedades de capitales del centro y norte de Europa. La Co-determinación está establecida por ley, tanto a nivel de puestos de trabajo (con derechos de los trabajadores a información, consulta, decisión sobre la forma de realizar el trabajo que tienen asignado), como al máximo nivel de la gestión empresarial, con el derecho de los trabajadores a nombrar representantes con voz y voto en el consejo de administración de la compañía en la que están empleados. La Co-determinación se refuerza con una alta densidad sindical y, eventualmente, se complementa con la participación financiera de los trabajadores en la empresa. Para que los beneficios de esta vía de mejora lleguen a todos los trabajadores, la participación debe extenderse a todas las empresas, grandes y pequeñas.
- Renta básica universal
Por último, una forma indirecta de mejorar el trabajo es debilitando la relación entre renta del trabajo y nivel de vida de las personas. Esto es precisamente lo que busca la instauración de una renta mínima vital universal, a la que tendría derecho cualquier persona desde el momento de nacer. La renta mínima proporciona una seguridad y unos recursos para vivir que, indirectamente, permiten ejercer un control sobre el trabajo al reducir el poder efectivo de los eventuales empleadores, pues las personas serán más selectivas sobre los trabajos que acepten realizar. Además, habrá más personas dispuestas a ocuparse como trabajadores autónomos y, posiblemente, más personas que opten por el voluntariado. La renta mínima vital necesita del trabajo de todos para que haya suficientes bienes y servicios, en relación a la renta, con los que satisfacer las necesidades. No significa menos trabajo para un mismo bienestar, sino un trabajo que aspira a ser más digno, y cuya viabilidad depende de la solidaridad entre las personas, es decir que cada una valore su trabajo por los beneficios que pueda reportar a los demás.
El trabajo debe mejorar si los trabajadores tienen
más control sobre el mismo
La renta mínima vital está en fase de experimentación, por las dudas que suscita sobre si se dan o no las condiciones de solidaridad necesarias para hacerla viable; pero es una opción a considerar como evolución hacia un estado de bienestar avanzado. La responsabilidad social empresarial confía la mejora del trabajo, sobre todo para los trabajadores no estratégicos, a la buena voluntad de los empleadores, pero no cambia la relación de control último de quienes financian el capital de la empresa y los trabajadores. Con la Co-determinación se da voz y poder a los trabajadores para influir en su trabajo a través de la gobernanza compartida. Hasta ahora se ha demostrado que las cooperativas de trabajadores encuentran más dificultades para financiarse porque los financiadores pierden todo el control sobre el capital productivo de la cooperativa. Por tanto, más participación y empoderamiento de los trabajadores en las sociedades de capitales se vislumbra como la vía más efectiva para mejorar el trabajo a corto y medio plazo.
Autor: Vicente Salas Fumás – Profesor Emérito de la Universidad de Zaragoza. Se ha centrado en el análisis económico de la gestión y organización de la empresa, su propiedad y los procesos de innovación. Premio Rey Jaime I de Economía en 1992. Ha sido consejero del Banco de España.
Este artículo ha sido publicado en el número 188 de la revista: ¡Qué trabajos!
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