La armonía y el orden en casa llegan a ser un imposible si no hay un espacio concreto en los armarios y cajones para guardar utensilios y objetos. De la misma manera, la vida se convierte en caótica cuando no encontramos un momento para cada cosa.
El hecho es que, como expresa el hijo del rey David en el libro del Eclesiastés en un lenguaje altamente poético, “cada cosa tiene su tiempo bajo el cielo”. El listado que continua empareja términos opuestos, del tipo blanco/negro, como por ejemplo:
Tiempo de nacer, tiempo de morir,
tiempo de llorar, tiempo de reír,
tiempo de callar, tiempo de hablar.
Pero también otros que relacionan términos en un arco más amplio, que incluye los grises:
tiempo de hacer duelo, tiempo de bailar
tiempo de arrojar piedras, tiempo de recogerlas,
tiempo de abrazar, tiempo de desprenderse.
Ahora, en pleno verano, y con la ilusión en el horizonte de unos días de vacaciones, más o menos cercanos, me han vuelto a la mente estas ideas y otras parecidas.
En una conversación, ha de haber tiempo para hablar y para escuchar, y cada interlocutor ha de practicar los dos momentos. No vale, que uno siempre escuche y el otro siempre hable, para llamarle a eso “diálogo”.
Nos hace falta el oxígeno para respirar y vivir, pero no basta con llenar los pulmones de este elemento. El ritmo queda marcado por la inspiración y a espiración, hasta que lleguemos un día a la expiración.
Esta alternancia también se ha de mantener en cualquier proyecto humano. Hay un tiempo para la acción y un momento para la reflexión, y así sucesivamente, para progresar y mejorar nuestras realizaciones.
Si en el arco de un año es bueno buscar y encontrar un tiempo de descanso, igualmente es muy recomendable en el ciclo semanal y también en cada jornada nuestra. El punto de partida es tomar conciencia de ello. Hecho esto, ya estaremos a mitad de la faena. Aprovechemos el tiempo de verano que se nos presenta para ponerlo en práctica y entrenarnos para todo el año. Saborearemos el ritmo alternado, impreso en la misma naturaleza, que es signo de vida.
Acerca del autor
Ciutat Nova es una parte de mí. Soy licenciada en Filología Hispánica y con formación en periodismo: un tándem ideal para una amante de las lenguas, las palabras y la comunicación. Media vida en Valencia, donde he nacido, y media vida en Cataluña: otro buen tándem…
En este tiempo en el que nos encontramos,tiempo tambien de vacaciones,tenemos el tiempo exquisito y lleno de tiempo para el dialogo,la escucha ferviente del otro,bien sea del familiar que hace tiempo no ves o de conocidos o amigos de la niñez; tambien como recuerdo y entrar en la practica de no olvidarnos de Dios,como motor y vida de este dialogo y de ese tiempo en el mismo,de lo que tambien nos hace reflexionar pues no es tan positivo en lo que nos interpela y nos desciende en la contraversa.